Me he enganchado a la etnobotánica a raíz de leer curiosidades y usos de las plantas silvestres como en el caso de la Anchusa azúrea (foto que encabeza la entrada). Cada vez me resulta más interesante el conocimiento de nuestros antepasados sobre el uso tradicional de las plantas y su incorporación a la cocina.
De ella ya había hablado en «Creciendo entre Flores»
https://creciendoentreflores.wordpress.com/2018/05/18/descubriendo-plantas-y-arboles-v-anchusa-azurea/
La Anchusa azúrea se desarrolla como mala hierba en campos de cultivo de secano, mieses, viñas, etc.
Los brotes tiernos de primavera son utilizados como recurso alimenticio. Se consumen directamente guisados. En Sierra Mágina (Jaén) se consumían las raíces consideradas como un manjar. Se limpian bien de tierra, se pelan y se cortan longitudinalmente. Después se cuecen con agua y sal hasta que estén los suficientemente tiernas, se escurren, se rebozan en harina y huevo y se fríen.
En lo que a las flores se refiere, contienen una diminuta gota de néctar. Esas flores se consumían por los niños a modo de golosinas, de ahí su otro nombre «Chupamieles»(«Guía Etnobotánica de los alimentos locales recolectados en la provincia de Albacete»).
La contribución de la etnobotánica
Desde el nacimiento de la etnobotánica como disciplina académica, los investigadores han señalado los múltiples beneficios que puede reportar el conocimiento ecológico de las sociedades tradicionales que han explotado el bosque, la agricultura y la ganadería para reforzar la protección de las áreas naturales y la mejora de la calidad de vida de los habitantes locales. Cada vez hay un consenso más general sobre la importancia del papel que las comunidades locales tienen que representar en cualquier proyecto que quiera desvelar los secretos del bosque, evaluarlos económicamente y conservarlos.
La reflexión global sobre la biodiversidad ha llevado indefectiblemente a considerar los conocimientos tradicionales sobre las plantas, corpus básico de la etnobotánica, como una parte indisoluble de esta disciplina, como ha sido reconocido sobradamente en el Convenio sobre la Biodiversidad. Además, estos conocimientos etnobotánicos pueden y deben ser usados para conseguir un desarrollo sostenible compatible con la conservación de la diversidad biológica.
En la sociedad actual, acelerada y frenética, las personas apenas tienen tiempo para reflexionar sobre el origen de los recursos que se utilizan en la vida cotidiana. A tal extremo llega esta situación que en el mundo urbano hay una parte importante de la población que no conoce más allá de las estanterías de los supermercados y comercios, incluso llegan a sorprenderse cuando descubren que las patatas hay que sacarlas de bajo tierra o que hay que sacrificar los animales de los que procede la carne que comemos. Ni que decir tiene que el conocimiento de que buena parte de los medicamentos proceden o están inspirados en compuestos presentes en las plantas silvestres es casi nulo.
«Las personas apenas tienen tiempo para reflexionar sobre el origen de los recursos que se utilizan en la vida cotidiana. En el mundo urbano una parte importante de la población no conoce más allá de las estanterías de los supermercados»
«Prácticamente todas nuestras actividades hacen uso de productos de la biodiversidad silvestre o cultivada. Dos terceras partes de la humanidad dependen de las plantas como principal fuente de medicinas»
https://metode.es/revistas-metode/monograficos/protegiendo-la-biodiversidad.html
MªÁngeles Pozuelo